viernes, 31 de enero de 2014

Cine: Qué hacemos con Maisie

El hijo como mascota

tulo original: What Maisie knew
Duración: 99 min.
Director: Scott McGehee, David Siegel
Guión: Carroll Cartwright
Actores: Julianne Moore, David Siegel, Onata Aprile
La película actualiza una novela de Henry James y cuenta la historia de una niña cuyos padres, un marchante de arte que salta de Europa a Nueva York y una cantante de rock rica y famosa, viven un tumultuoso divorcio seguido de dos bodas de conveniencia, él con la canguro de la niña y ella con el primero que pilla para posicionarse mejor en las peleas por la hija. A través de los ojos de la prodigiosa actriz que es la niña (Onata Aprile) observamos cómo los padres se enzarzan en batallas con tal de tenerla consigo, con una finalidad que se va haciendo cada vez más irreal, dado el descuido con el que después se ocupan de ella. Sucesivamente los padres van declarando que Onata es la razón de su vida, mientas que los hechos a continuación les desmienten. Los personajes secundarios están ahí para reforzar el foco principal de la trama y la película tiene la gran virtud de no tejer con ellos una historia paralela y de no caer en la ñoñez en ningún momento. Como en la obra de teatro "Málaga", que vi el año pasado, lo que se expone aquí es la sencilla y compleja cuestión de para qué son los hijos y qué compromiso implica tenerlos.





 



miércoles, 22 de enero de 2014

Novela: Canadá, de Richard Ford


Cruzando fronteras.

“Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después”. Así empieza esta gran novela de Richard Ford, del cual sólo había leído cuentos, pero del que se ha dicho que es “el mejor escritor norteamericano”. Desde luego es un maestro (también recuerdo una buenísima antología del cuento americano suya). La primera parte es de una perfección asombrosa. La voz de Dell es la de un adulto, que se va perfilando con sutileza como alguien integrado en la sociedad, alguien que ha conseguido forjar una vida coherente, y que es capaz de hacer revivir con total precisión a aquel adolescente que era cuando sus padres (militar él, profesora ella) decidieron atracar un banco. Ford consigue enganchar al lector plenamente a una trama cuyo meollo descubre en las primeras líneas, y lo hace porque el Dell adolescente es un personaje que conmueve con su mezcla de ingenuidad y lucidez y porque las peripecias de Dell nos hablan no sólo de la pérdida de la inocencia, sino, sobre todo, de la construcción de un ser humano. Desde las primeras páginas estamos asistiendo a la puesta en funcionamiento del mecanismo de la libertad, en función del cual los personajes van cruzando fronteras y saltando límites, tomando decisiones, haciéndose responsables de su futuro y fabricándose a sí mismos. El salto de la primera frontera  transforma a los padres de Dell en “personas que atracan bancos”. La siguiente frontera es la que separa Estados Unidos de Canadá, en donde transcurre la segunda parte del libro, que es más oscura que la primera, y que gira en torno a un personaje, Reminger,  menos reconocible que los anteriores pero muy útil en la medida en que hace crecer al personaje central, que es ese prodigioso Dell, empeñado en jugar al ajedrez y en que las cosas tengan sentido, ese chico al que la vida le roba todo –sus padres, su hermana, su entorno, su seguridad- pero que sigue aferrado al proyecto de dar forma a su vida a su manera. El libro nos relata hasta qué punto ha obtenido el Dell adulto lo que le pedía a la vida, si bien esta última parte no nos conmueve tanto como las páginas en las que, a tientas, ese adolescente enamorado de la vida de las abejas y del ajedrez va apañándose para cruzar fronteras sin perderse a sí mismo.