Ante todo, el tiempo y el lugar del crimen
Título original: La isla mínima
Duración: 105 minutos
Director: Alberto Rodríguez
Guión: Alberto Rodríguez y Rafael Cobos
Reparto: Raúl Arévalo,
Javier Gutiérrez
Alberto Rodríguez cuenta que la idea de
hacer esta película le vino en una exposición de fotografía. Con la visión en
la cabeza del mundo que quería retratar –las marismas del Guadalquivir en 1980-,
encajó en ella la historia de una pareja de policías que investigan la desaparición
de dos chicas.
Se nota ese afán prioritario por dibujar un escenario y un tiempo, aunque no
por ello la trama que Rodríguez ha cuajado deje de tenerte en vilo. El
protagonismo del paisaje y su época es evidente desde los primeros minutos, y
el laberíntico y engañoso trazado de las marismas actúa no solo como el escenario
de los crímenes y su investigación, sino como metáfora constante de otros
laberintos y otros engaños: los que esconden los propios policías en sus
pasados éticos y políticos, y los que despliega cada personaje que se
encuentran, cada paso que dan, cada diálogo que enebran, cada hilo argumental
que surge hacia la resolución del caso.
Rodríguez hace un trabajo impresionante
transmitiendo una atmósfera que nos habla no solo de las trampas, ciénagas,
pozos, caminos cortados, silencios y puertas cerradas que se encuentran Pedro y
Juan en su investigación, sino del aislamiento y la desesperanza de un mundo -la Andalucía rural al final de la transición- que está cambiando, pero que está lejos de transformarse en un lugar decente en el que vivir. El retrato es magistral, porque Raúl Arévalo y Javier
Gutiérrez hacen un trabajo espléndido y porque Rodríguez logra que cada detalle
de guión, fotografía y ambientación actúe con eficacia al servicio de esa realidad turbia e inaprensible que nos acaba envolviendo.
La trama termina con algún cabo suelto, lo cual resulta un poco decepcionante, pero tiene sentido en el mundo ambiguo y engañoso del que salimos, y enlaza a la perfección con el desasosiego que nos ha transmitido esta estupenda película.
La trama termina con algún cabo suelto, lo cual resulta un poco decepcionante, pero tiene sentido en el mundo ambiguo y engañoso del que salimos, y enlaza a la perfección con el desasosiego que nos ha transmitido esta estupenda película.