Tras despedir a las criadas
Casiopea
318 pags.
Dice Ignacio
que este es un libro “acogedor”. A mí me parece que más bien es un relato
interesante y a ratos conmovedor, si bien no es el libro en el que me he
sentido más cómoda, ni el personaje con el que mejor he conectado, tal vez
porque el relato abarca solo una parte pequeña de la vida del autor–su infancia
y su primera juventud, sobre todo- y por tanto el personaje que llegó a
ser se escapa. Su gran valor no es literario, sino que radica en
la autenticidad de la historia que nos cuenta. Podría ser la historia del hundimiento
económico y social de cualquier familia, pero tiene el interés de la Turquía
que describe y de los ojos inteligentes del niño que la vive, un niño asustado
y audaz al tiempo, que nos mete en la intimidad de su casa.
El libro relata
la historia de una familia turca que pasa de la prosperidad a la pobreza en tan
solo unos pocos años y se normaliza finalmente en tiempos de Atatürk, el
modernizador de Turquía, bajo el auspicio del ejército, que da educación y trabajo
al joven cabeza de familia.
La primera
guerra mundial, la muerte de los varones de la familia y la mala suerte dejaron
a tres niños de la alta burguesía de Istambul al cuidado de una madre enfermiza
y una abuela autoritaria y caprichosa, que tuvieron que despedir a las criadas,
mudarse a un barrio pobre, empezar a trabajar y pasar mucha hambre. Es un
precioso relato, vívido y punzante, el de ese niño que va levantándose como ser
humano en un mundo que cae, que siente el sufrimiento y la angustia de su
madre, y que percibe las rencillas entre
madre y abuela y el difícil y el valeroso encaje de ambas en un ambiente que no
es el suyo. También es interesante la descripción del paso del sultanato a la
modernización que llevó Atatürk al país, vista desde los ojos de un adolescente
de la época, que observa cómo desaparecen los velos de las mujeres mientras los
hombres son obligados a llevar sombrero y callan los muecines. En ese entorno,
la familia Orga es dotada de un apellido, cosa que no existía en la Turquía de antes
de la guerra, y se reinventa entre convulsiones.
Las memorias
de Irfan Orga tuvieron mucho éxito en los años 50 en Inglaterra y Estados
Unidos. El epílogo, escrito por la hija del autor, arroja algo de luz sobre el
resto de su vida, y ayuda a comprender las relaciones que le unieron –y
desunieron- con su madre hasta que ella murió.