viernes, 31 de octubre de 2014

Memorias. Retrato de una familia turca, de Irfan Orga

Tras despedir a las criadas
Casiopea
318 pags.

Dice Ignacio que este es un libro “acogedor”. A mí me parece que más bien es un relato interesante y a ratos conmovedor, si bien no es el libro en el que me he sentido más cómoda, ni el personaje con el que mejor he conectado, tal vez porque el relato abarca solo una parte pequeña de la vida del autor–su infancia y su primera juventud, sobre todo- y por tanto el personaje que llegó a ser se escapa. Su gran valor no es literario, sino que radica en la autenticidad de la historia que nos cuenta. Podría ser la historia del hundimiento económico y social de cualquier familia, pero tiene el interés de la Turquía que describe y de los ojos inteligentes del niño que la vive, un niño asustado y audaz al tiempo, que nos mete en la intimidad de su casa.

El libro relata la historia de una familia turca que pasa de la prosperidad a la pobreza en tan solo unos pocos años y se normaliza finalmente en tiempos de Atatürk, el modernizador de Turquía, bajo el auspicio del ejército, que da educación y trabajo al joven cabeza de familia.

La primera guerra mundial, la muerte de los varones de la familia y la mala suerte dejaron a tres niños de la alta burguesía de Istambul al cuidado de una madre enfermiza y una abuela autoritaria y caprichosa, que tuvieron que despedir a las criadas, mudarse a un barrio pobre, empezar a trabajar y pasar mucha hambre. Es un precioso relato, vívido y punzante, el de ese niño que va levantándose como ser humano en un mundo que cae, que siente el sufrimiento y la angustia de su madre, y  que percibe las rencillas entre madre y abuela y el difícil y el valeroso encaje de ambas en un ambiente que no es el suyo. También es interesante la descripción del paso del sultanato a la modernización que llevó Atatürk al país, vista desde los ojos de un adolescente de la época, que observa cómo desaparecen los velos de las mujeres mientras los hombres son obligados a llevar sombrero y callan los muecines. En ese entorno, la familia Orga es dotada de un apellido, cosa que no existía en la Turquía de antes de la guerra, y se reinventa entre convulsiones.

Las memorias de Irfan Orga tuvieron mucho éxito en los años 50 en Inglaterra y Estados Unidos. El epílogo, escrito por la hija del autor, arroja algo de luz sobre el resto de su vida, y ayuda a comprender las relaciones que le unieron –y desunieron- con su madre hasta que ella murió.

domingo, 26 de octubre de 2014

Novela. Los bulevares periféricos, de Patrick Modiano



Alfaguara
160 pags.
Deseando leer más del último nobel 

Se ha dicho de Modiano que todos sus libros son un mismo libro y “Los bulevares periféricos”, publicado en 1972 y encuadrado en lo que se llama la “Trilogía de la ocupación” proporciona algunas de las claves de esa gran obra que le ha merecido el nobel, por las referencias que contiene a la búsqueda del padre, a la persecución de los judíos en la ocupación nazi y al colaboracionismo. 

En un pueblo de veraneo cercano al París ocupado por los nazis, un hombre busca el reencuentro con su padre. No le unen a él buenos recuerdos, sino todo lo contrario, a pesar de lo cual se obstina en inflitrarse en su ambiente para acercarse a él. El padre vive entre personajes de ínfima calaña que se aprovechan de las circunstancias de la ocupación. Modiano no nos explica a qué se dedican, ni observamos una trama clara en sus manejos. Vivimos la atmósfera degradante del colaboracionismo a través de sus gestos, sus conversaciones banales, su promiscuidad sexual, sus comilonas, sus borracheras, sus fanfarronadas, su crueldad. El narrador de Modiano se expresa en primera persona y lo hace con crudeza. Cada gesto que nos pinta, cada diálogo, cada reflexión aporta inquietud a la atmósfera que va creando. Es un hombre que busca a un padre, que en principio detesta, en un mundo sucio y turbio.

A medida que observamos la repugnancia que experimenta el narrador en ese acercamiento a su padre, el miedo va tomando protagonismo en la trama. El miedo y su otra cara, la valentía. También va creciendo una especie muy rara de amor. Valentía y amor acaban confluyendo en un desenlace que no parece compensar al narrador de todo el asco que ha experimentado hasta entonces, pero que da un cierto sentido a su gesta. 

Modiano nos ha conducido del asco al amor hasta un final triste. Tiene un estilo personalísimo, intenso, cargado de intencionalidad. Habrá que leer más de ese único libro que según dicen es la obra de Modiano.

domingo, 19 de octubre de 2014

Cine. Relatos salvajes



El salvaje que llevamos dentro
Título original: Relatos salvajes
Duración: 115  minutos
Director: Damián Szifron
Guión: Damián Szifron

Damián Szifron realiza en esta película un espectacular retrato del cabreo del hombre moderno a través de seis relatos, independientes entre sí, que tienen como denominador común la ira de una serie de personajes que se sienten agredidos por el mundo y reaccionan de forma salvaje. Hay toneladas de humor negro y una creatividad desbordante en el guión de Szifron, que combina el tono de cada historia para que nos sintamos como en una montaña rusa, sin un instante de relax, enganchados a una acción que va de lo gracioso a lo delirante, de lo cotidiano a lo disparatado, del cabreo perfectamente reconocible por un contratiempo habitual en cualquier ciudad a la reacción más esperpéntica y de consecuencias más dramáticas.

La película empieza con la venganza de un perdedor, víctima de toda clase de engaños y ataques que le han hundido emocional y profesionalmente, que reúne en un avión a los causantes de sus desgracias. Le siguen una camarera a la que un malvado de libro ha destrozado la vida y que ve la oportunidad de resarcirse; un ingeniero cuya desgracia familiar y profesional comienza en el momento en que la grúa se lleva su coche; el guapo dueño de un gran Audi que padece la agresión de otro conductor en un camino perdido; un millonario cuya vida se da la vuelta el día que su hijo se mete en un lío, del que pretende aprovecharse un montón de corruptos, y una novia que descubre el engaño de su amado el día de su boda. En cada historia hay un salvaje capaz de descontrolarse  cuando la violencia y la frustración que la vida le proporciona le resulta insoportable, y todas ellas están narradas con una precisión y un ritmo impecables, y con interpretaciones ejemplares.  

Szifron desarrolla con el máximo acierto cada situación de partida hacia una evolución siempre sorprendente. Para empezar nos presenta una mirada convencional al mundo que conocemos: gente normal angustiada ante la burocracia y el abuso de autoridad, impotente ante la corrupción, la violencia, el engaño y la maldad; personas corrientes a quienes la vida juega malas pasadas. Partiendo de ahí, hace desembocar la acción en situaciones extremas y hasta esperpénticas: explosiones, crímenes, aviones estrellados, escándalos, cárceles, desenfreno, locura y crueldad. Semejante combinación entre lo real y el esperpento está resuelta con tal brillantez y humor que Szifron logra que en cada historia sintamos esa atmósfera de conexión total entre la sala y la pantalla que solo se vive en algunas películas.

jueves, 16 de octubre de 2014

Cine. Antes del frío invierno



A vueltas con el encanto de la burguesía francesa
Título original: Avant l´hiver
Duración: 103  minutos
Director: Philip Claudel
Guión: Philip Claudel


Sería injusto titular este comentario “Neurocirujano descerebrado por misteriosos acontecimientos”, pero tampoco estaría del todo mal. Paul (Auteil) es un médico serio y acomodado, y también “un niño mimado lleno de arrugas, con el corazón seco”, en palabras de su íntimo amigo. Su vida matrimonial y social se pone patas arriba con la aparición de una joven marroquí, misteriosa y contradictoria, que dice haber sido operada por él.  Hasta entonces, Paul vivía con la sensibilidad bajo mínimos, inmerso en su trabajo y en sus pequeñas rutinas de burgués otoñal, casado con Lucie (Scott Thomas), una mujer guapa, de una elegancia y bondad sin complicaciones. El matrimonio mantiene una relación  madura y confortable en una casa preciosa rodeada de un bosque, lo cual no es accesorio, porque la belleza de esa casa, junto a la elegancia que despliega en cada momento Kristin Scott Thomas en el papel de Lucie, contribuyen en buena medida a que el resultado de esta película sea agradable. 

La aparición de la misteriosa chica marroquí desactiva las costumbres apacibles de Paul y pone en marcha a un hombre distinto,  que empieza a buscar en su nueva relación algo que no es sexo, ni pasión, ni un amor romántico, tal vez porque lo que le ocurre es sencillamente que se deja arrastrar por las ganas de sentir algo, cualquier cosa, puede que compasión, o alguna respuesta al sentido de su propia vida, en cualquier caso algo que  no es nada alegre ni sensual ni creativo como el amor. Paul sigue siendo un hombre serio y más bien triste, y además se ha convertido en un pelele, enganchado a una aventura que no sabe de qué va ni a dónde le lleva. Ese viaje que emprende a trompicones en pos de algo que no sabe lo que es está lleno de traiciones y abandonos, como la mayoría de los viajes hacia el adulterio, de forma que, bajo las sutiles particularidades de la extraña atracción que siente Paul por la chica, hay una trama clásica de triángulo amoroso. El problema es que nada de ello acaba de resultar muy interesante, tal vez por lo artificial del personaje de la chica, o tal vez por lo errático del comportamiento de Paul, que pasa de la melancolía a la ira y de ahí a la meditación existencial y al afán redentor. Un lío.

La historia se resuelve en un final esperado a medias, con ingredientes innecesarios que rompen con la apuesta por el thriller psicológico que hasta entonces proponía la película. En el camino hemos asistido a algunas tramas secundarias, a veces más interesantes que la central, la mayoría protagonizadas por Lucie: su vida en la soledad de su jardín mientras su marido se aleja, la historia que comparte con el íntimo amigo de Paul o su relación con su hijo y su nuera. Todo está narrado en un bonito lenguaje cinematográfico, sutil y sugerido más que expreso. Todo excepto algunos trazos del final.

Ignacio me hace ver que Philippe Claudel, además de director y guionista, es autor de novelas como Almas grises, La nieta del señor Linh o El informe Brodeck. Las dos primeras las conozco y me gustaron mucho. ¡¡Gracias, Ignacio!!