martes, 20 de marzo de 2018

Novela. 4 3 2 1, de Paul Auster



Seis Barral
957 pags
Una buena lectura

   Hay dos opciones en las instrucciones de uso de este libro: 1) Dejarte llevar. 2) Tratar de comprender en todo momento en cuál estás de las cuatro tramas parelelas que Auster traza sobre una misma persona, Ferguson, un chico al que sigue a través de distintas alternativas del destino, como si fuera posible vivir más de una vida. “Cuatro personas idénticas, pero diferentes, con un mismo nombre”: mismos padres y abuelos, parecidos engranajes sociales y familiares, pero muy distintos destinos y, en consecuencia, personalidades divergentes.
   Si optas por dejarte llevarás disfrutarás de la escritura de Auster, que en esta ocasión es exuberante, coloquial, extremadamente imaginativa, de largas frases concatenadas que se infiltran en la mente de sus personajes, de sus cuatro Fergusons, y las lagunas que te quedarán en la comprensión de las cuatro tramas no te molestarán gran cosa. Si prefieres comprender hasta el último detalle la complejidad de la estructura de esta gran novela necesitas papel y lápiz, y cuatro columnas, en las que ir tomando nota de lo que el destino depara a cada Ferguson según si su padre vive o muere, si triunfa o no en los negocios, si su madre se casa con este o con aquel o si él mismo se decanta por esta u otra alternativa sexual, amorosa, intelectual o profesional; si va a Columbia, a Princeton, a Rochester o a Paris, si se enamora de esta o de aquella, si el destino le depara dinero o le deja a dos velas, si muere o si vive.
 A pesar de su extensión, la novela mantiene la tensión del lector y es brillante al describir los Estados Unidos de fines de los años 60, y en particular la ciudad de Nueva York y sus mundos: los barrios residenciales cercanos, las universidades, los estados vecinos, los hogares de la clase media judía de Manhattan y el entorno político y social de la época, que, tal como describe Ferguson en sus trabajos periodísticos sobre la década, abarca  “la guerra de Vietnam, el movimiento de los derechos civiles, el auge de la contracultura, avances en el ámbito del arte, la música, la literatura y el cine, el programa espacial, el diferente tono de las administraciones de Eisenhower, Kennedy, Johnson y Nixon, la pesadilla de los asesinatos de prominentes personajes públicos, el conflicto racial y los guetos en llamas de las ciudades norteamericanas, deportes, moda, televisión, la ascensión y caída de la Nueva Izquierda, la ascensión y caída del republicanismo de extrema derecha y la ira reaccionaria, la evolución del movimiento Black Power y la revolución de la Píldora, todo, desde la política y el rock and roll hasta los cambios en el lenguaje de los norteamericanos, el retrato de una década tan llena de tumulto y confusión como para dar al país Malcolm X y George Wallace, Sonrisas y Lágrimas y Jimmy Hendrix, los Berrigan y Ronald Reagan”.
   Es este recorrido denso, pormenorizado, rebosante de imaginación y humor, producto de una aguda observación del mundo y de una documentación espléndida lo mejor de la novela. Las cuatro caras de Ferguson, sus cuatro destinos posibles, tienen en común su recorrido por ese espléndido escenario, y en realidad en dónde terminen sus viajes tiene menos importancia que sus viajes en sí.  

sábado, 10 de marzo de 2018

Novela. La de Bringas, de Benito Pérez Galdós



Cátedra
311 pags
Cruel retrato 

   Galdós escribió este libro en 1884, y forma parte de lo que él calificó como sus novelas “contemporáneas”. Esta edición de Cátedra tiene un interesante prólogo, que conviene leer tras terminar la novela, y que la sitúa en el contexto de la época –los meses anteriores a la marcha de Isabel II al exilio, en el 68- y del resto de su obra. 
    Más que reseñar aquí los hechos que en ella se narran me apetece sobre todo evocar la sensación de pobreza –moral y física- que se desprende de estas páginas. La de Bringas es una mujer obsesionada por aparentar, e incapaz de hacer nada para progresar económica y socialmente por sí misma; una representante de la clase funcionarial que rodeaba a la reina y su corte, amargada por el poco fuste de la carrera de su marido, envidiosa y ramplona como el resto de sus amigas y allegadas, mentirosa y tonta; un ejemplar surgido de los nuevos tiempos, en los que empezaba a emerger el consumismo y la venta a plazos, pero que tiene también algo del hidalgo antiguo aquel, que cubría sus barbas de migas para aparentar haber comido.
    Galdós, a quien alguien apodó el garbancero, por la vulgaridad de sus temas y de muchos de sus personajes, no tiene la menor misericordia con estos. Vapulea la obsesión de su protagonista por los trapos, pero también la mezquindad y cortedad de miras de su marido y la miseria moral de otros, más triunrfadores que este, pero igualmente pobres de espíritu. El propio narrador, que se desvela como personaje al final del libro, es un cínico. Todo es romo, cutre, ramplón; podemos verlo y sentirlo. No cuesta imaginar la frialdad extrema de los inviernos en aquellos pisuchos anexos al palacio real en los que se amontonaban las mujeres de los funcionarios que pronto serían cesantes (figura galdosiana al máximo), intentando medrar a la sombra de las marquesas. En la descripción de su vida familiar se percibe lo rancio del olor de sus cocinas, la ausencia de higiene, el sudor de aquel verano del 68 pegado a esos trajes monumentales que la de Bringas se empeñaba en fabricarse con el dinero que sisaba al tirano de su marido. Da horror pensar en tanta criada encerrada en un cuartucho,  en tanto trasiego de alcoba sin más sentido que la superviviencia social y económica de una mujer, en tanto fluido sin lavar como debían desprender aquellos cuerpos, portadores de almas miserables. Leer este libro es sumergirse en esa España que tan lejos queda, afortunadamente, y admirar la escritura magnífica de Galdós.

Cine. La muerte de Stalin



Divertida e inteligente sátira

Título original:  The death of Stalin
Duración: 106 minutos
Director: Armando Ianucci
Guión: Armando Iannucci, David Schneider, Ian Martin, Peter Fellows (Cómic: Fabien Nury)
 
   De lo más recomendable es esta sátira sobre el hecho histórico de la lucha a muerte por el poder que se desencadenó al morir Stalin entre sus acólitos, cómplices todos ellos de sus crímenes y del estado de terror que regía la Unión Soviética.      
   La mirada de Ianucci distorsiona  hasta el esperpento los perfiles del tirano y sus repugnantes adjuntos: Beria, el torturador, responsable de la policía; Kruschev, el blandito que aspiró siempre a cargarse a Beria para heredar el puesto de su jefe;  Malenkov, el sustituto previsto, lerdo, débil, vanidoso y cobarde; Molotov, capaz de traicionar a su mujer por no desengancharse del poder, o el aparatoso Zhukov, el jefe del ejército, un chuleta perfectamente dibujado en tono comic y el hombre que se alió con Kruschev para borrar del mapa a Beria. Diálogos y puesta en escena logran su objetivo de cachondearse con inteligencia y buen ritmo del horror que se vivió en aquellos días, horror representativo de todos los horrores previos y posteriores que produjo el socialismo real en la Unión Soviética.

domingo, 4 de marzo de 2018

Novela. Kokoro, de Natsume Söseki



Impedimenta
296 pags
Un corazón impuro
    
   Dos años después del fin de la era Meiji (1868-1912), que representó el   inicio de la transformación de Japón en un país moderno, se publicó Kokoro, la obra cumbre del que es considerado como padre de la literatura contemporánea japonesa. La novela tiene un inicio difícil, de resonancias muy lejanas al lector contemporáneo y occidental, pero transcurrida la primera parte se convierte en un texto cautivador, escrito con una engañosa sencillez y con un estupendo manejo del suspense, rico y denso, que desde luego vale la pena leer.
   En la primera parte, el narrador, un joven estudiante, curioso y desvalido, conoce a Sensei, el personaje central de la obra, un hombre maduro, que vive con su mujer, sin hacer nada provechoso aparte de leer y visitar periódicamente un cementerio. Sensei pronto se convierte para el estudiante en el gran polo de atracción; el joven intuye en aquel hombre culto y reservado un pozo de sabiduría del que ansía nutrirse, y trata de ganarse su confianza. Pero Sensei no se abre. Guarda secretos, evita respuestas, zanja conversaciones con extraños silencios. La relación entre ambos se estrecha, pero no toma cuerpo, y la intervención de la mujer de Sensei no hace sino abrir más enigmas respecto a Sensei. La primera parte de la novela se acaba con la marcha del joven estudiante al campo, donde vive su familia. Se plantean ahí cuestiones sociales y culturales que nos dan una idea de la conmoción que vivía el Japón de la época, cuando muere el Emperador y el general Nogi se suicida junto a su mujer, y el país entero siente que acaba una era. Es también en esta parte en la que se plantean los grandes problemas de la iniciación del narrador en la vida adulta, y los primeros dilemas éticos del libro.
  En la última parte es Sensei quien habla, y descubre por fin sus secretos. Es aquí donde Söseki despliega las grandes cuestiones. Los secretos de la vida de Sensei tratan de la posibilidad de que exista en el mundo un “corazón puro”, y del destino que espera a los que no logran poseerlo. Frente a este anhelo espiritual, que tiene sus raíces en el ascetismo budista, “lo humano” se presenta como la alternativa en la que anida lo mejor y lo peor de la vida: el amor y el engaño, la alegría y el miedo, la desconfianza más feroz y la entrega más generosa, la traición más horrenda y la expiación más extrema. En el terreno de “lo humano” la honestidad es una senda “estrecha y resbaladiza”, y el pecado la contrapartida del amor. En el fondo, nada que no sepamos. Vivir es emocionarse, y resbalar, y ser honesto y deshonesto una y otra vez. Lo trágico del planteamiento de Sensei, lo profundamente pesimista de su propuesta, es que para él, cuando resbalamos por estrecha y resbaladiza senda de la honestidad no hay más expiación posible que la muerte, que el precio de vivir como un ser humano, capaz de amar y de pecar, es necesariamente la desesperación.

Cine. Todo el dinero del mundo



Una peli entretenida

Título original:  All the money in the world
Duración: 137 minutos
Director: Ridley Scott
Guión: David Scarpa (Libro: John Pearson)
   El 1973 Paul Getty, nieto de uno de los hombres más ricos del mundo, fue secuestrado por la mafia calabresa. Su madre, separada del padre del chico tras la inmersión de este en el alcohol y las drogas, se movilizó para lograr que el patriarca de la familia pagara el rescate, pero el viejo era duro de pelar. Tan duro como los calabreses, que no dudaron en cortar una oreja al secuestrado para demostrar a la familia de lo que eran capaces.
   Conocía lo de la oreja, pero desconocía si al final de la historia Paul había sido o no liberado, y tal vez por eso la película me interesó de principio a fin. No es que sea una obra maestra, pero está narrada con el ritmo necesario, y los escenarios de la época –desde las siniestras guaridas de la mafia a los palacios de Getty y su estilo de vida- están muy bien retratados. Queda la intriga de cuánto de verdad habrá en el despiadado retrato del viejo y su resistencia a pagar, y algunos excesos e inconsistencias del guion no dan del todo buena espina al respecto, pero lo bueno es que la peli es muy entretenida.